Se trata de una nebulosa planetaria situada en la constelación de Acuario a una distancia de 680 años luz. No es visible a simple vista y aunque está al alcance de telescopios de aficionado, es en fotografía de larga exposición donde alcanza su extrema belleza.
Las nebulosas planetarias representan un estado muy evolucionado de una estrella de tipo solar. Cuando nuestro Sol llegue al final de su vida, se habrá convertido en una gigante roja y expulsará sus capas exteriores a una velocidad de 10 km/s dejando al desnudo su núcleo convertido en enana blanca muy compacta y caliente.
La luz ultravioleta de dicha enana, ionizará las capas exteriores y las hará brillar.
Fotografía obtenida desde el observatorio astronómico con un telescopio refractor Sky Watcher Esprit 120 apocromático.
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